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En defensa del Olivar de Chamartín

EL OLIVAR DE CHAMARTÍN COMO BIEN DE INTERÉS CULTURAL

EL OLIVAR DE CHAMARTÍN COMO BIEN DE INTERÉS CULTURAL FUNDACIÓN RAMÓN MENÉNDEZ PIDAL
c/ Menéndez Pidal, 5
28036 Madrid

I. EL ESPACIO NATURAL PREVIO

La Casa Menéndez Pidal y el Olivar de Chamartín se hallan en el que fue Olivar del Balcón, en lo alto (721 m) de la Cuesta del Zarzal. En 1808, cuando Napoleón se aposentó en Chamartín, su ejército acampó en él para vigilar la Villa y Corte, cuyos límites urbanos se hallaban (según Galdós) en la Puerta de los Pozos (hoy Glorieta de Bilbao) y en la Ronda de Recoletos.
En 1917, José Castillejo, Catedrático de Derecho Romano y Secretario Gerente de la Junta para Ampliación de Estudios, adquirió fuera de Madrid (que acababa en el Museo de Ciencias Naturales) el Olivar del Balcón y vendió parcelas de él a otros miembros de la Junta: Ramón Menéndez Pidal, Ignacio Bolívar y Luis Lozano.

II. EL EDIFICADOR
La Casa Menéndez Pidal fue construida, en los años 1923-1925, por Ramón Menéndez Pidal, por entonces Director del Centro de Estudios Históricos y de la Revista de Filología Española, académico, Presidente del Ateneo, autor de La Leyenda de los Infantes de Lara, del Cantar de Mio Cid y de los Documentos Lingüísticos de España y colector de un gran Romancero Pan-hispánico. Las Universidades de Tolouse (1921) y de Oxford (1922) le habían investido Doctor Honoris Causa.

III. EL ARQUITECTO
Luis Menéndez-Pidal Álvarez, aún joven; después académico de San Fernando y restaurador del Monasterio de Guadalupe, de la Catedral de Oviedo, de Covadonga, Arbas y otros monumentos nacionales.


IV. EL ESPACIO HISTÓRICO ADQUIERE RELEVANCIA CULTURAL
Con la instalación en el Olivar de Chamartín, fuera del casco urbano de Madrid, de la citada “colonia” de humanistas y científicos (Castillejo, Menéndez Pidal, Bolívar), a la que hay que añadir los nombres de Miguel Catalán y, más tarde, de Dámaso Alonso, el centenario Olivar del Balcón se convirtió en uno de los centros intelectuales de España más relevantes y representativos del esfuerzo renovador realizado en ella en el primer tercio del siglo XX.
Su actividad se extendió ininterrumpidamente a través de tiempos muy diversos de la historia española: monarquía, dictadura, república, franquismo y restauración democrática. Continuidad excepcional, dado el carácter privado del empeño e indicativo del permanente valor del ideario de los fundadores.

V. FAMA INTERNACIONAL DE LA CASA DE LA “CUESTA DEL ZARZAL”, 23, CHAMARTÍN DE LA ROSA. AÑOS 20
En los años veinte, la actividad investigadora personal de Ramón Menéndez Pidal alcanza su cumbre y produce, desde el Olivar de Chamartín, entre otras obras, los Orígenes del español (1923-1926), Poesía juglaresca y juglares (1924), Flor nueva de romances viejos (1928) y La España del Cid (1929). Son, a la vez, años esplendorosos del Centro de Estudios Históricos y de la Revista de Filología Española que él dirige. No obstante, se esfuerza por ser efectivo en una serie de responsabilidades culturales como Vicepresidente de la Junta para Ampliación de Estudios (1924), Director de la Academia Española (1926), Presidente del Patronato del Instituto Escuela (1928).
La compatibilidad de ambas esferas de actividad, privada y pública , la hacen posible su refugio campestre y la colaboración de su mujer, María Goyri, la primera española que hizo una carrera universitaria completa asistiendo continuadamente a las aulas, pedagoga, descubridora del Romancero en Castilla y organizadora del gran Archivo del Romancero Pan-hispánico, que en la casa del olivar vino a ocupar todo un despacho con sus miles de textos antiguos y de la tradición oral moderna (en castellano, portugués, gallego, catalán y judeo-español), para cuya publicación (en una serie titulada “Epopeya y Romancero”), junto con la del Atlas Lingüístico de la Península Ibérica, obtuvo un importante donativo de A. M. Huntington, mecenas de la Hispanic Society.
En las mismas señas estableció su casa Miguel Catalán, quien, siendo un pensionado de la Junta, había realizado un descubrimiento transcendental para el desarrollo de la Física del Átomo y la Astrofísica (los multipletes) que le dio fama internacional. En reconocimiento de este descubrimiento y de sus trabajos espectrográficos posteriores, la comisión científica encargada de dar nombres a la orografía de la cara oculta de la Luna, dio a uno de los cráteres el nombre de Miguel Catalán. Sólo otro científico español, Ramón y Cajal, recibió honor semejante, junto a los modernos Bohr, Eddington, Einstein, Hahn, Mendelev, Oppenheimer, Wegener, Zeeman, etc., y los antiguos Hipócrates, Lucrecio, Avicena, Giordano Bruno, etc.


VI. OTROS RESIDENTES DEL “OLIVAR DE CHAMARTÍN: JOSÉ CASTILLEJO
Cuando José Castillejo adquirió, en 1917, el Olivar del Balcón, en la Cuesta del Zarzal, su labor como gestor del proyecto de formación docente e investigador (tanto en las Ciencias como en las Humanidades), mediante la ampliación pensionada de estudios fuera y dentro de España, había ya dado frutos excelentes. Los pensionados valiosos podían contar, a su regreso, con nuevos centros de investigación y formación creados por la Junta. Al final de la Primera Guerra Mundial estaban activos el Centro de Estudios Históricos (con secciones de Filología, Arqueología, Arte e Historia), el Instituto Nacional de Ciencias Físico-Naturales (con el “Museo Nacional de Ciencias Naturales”, el “Museo de Antropología”, el “Jardín Botánico”, el “Laboratorio de Investigaciones Biológicas”, llamado luego “Instituto Cajal”, el “Laboratorio de Investigaciones Físicas”, la “Estación Alpina de Biología” del Guadarrama, la “Comisión de Investigaciones Paleontológicas y Prehistóricas”, los “Laboratorios de Fisiología, Histopatología y Química General”, el Laboratorio, Seminario Matemático, la Residencia de Estudiantes y el Instituto Escuela.
Después de fijar su residencia en el “Olivar de Chamartín”, Castillejo logró que la Fundación Rockefeller invirtiera fondos en la construcción de un Instituto Nacional de Física y Química, para implantar la ciencia en un país más retrasado científicamente que Turquía, como era España, con laboratorios e instrumental idóneos en que Cabrera, Moles, Catalán, Palacios y Madinaveitia pudieron realizar sus investigaciones y crear escuela. Aprobado finalmente un acuerdo entre el Gobierno español y el International Educational Board (1915), Catalán, junto con los arquitectos Sánchez Arcas y Lacasa, visitaron los más prestigiosos laboratorios europeos (de Suiza, Alemania, Holanda y Dinamarca) para diseñar, sobre esos modelos, el Instituto (inaugurado en 1932).
José Castillejo murió en el exilio (1945), después de que la Guerra Civil frustrara la continuidad de sus últimas actividades como renovador de la pedagogía juvenil centrada en el plurilingüismo temprano.

VI. OTROS RESIDENTES DEL “OLIVAR DE CHAMARTÍN”: IGNACIO BOLÍVAR Y CÁNDIDO BOLIVAR
Cuando Ignacio Bolívar se instaló en el Olivar de Chamartín, hacía tiempo que, como director del Museo de Ciencias Naturales (desde 1901), había conseguido el traslado del Museo al Palacio de Artes e Industrias del Hipódromo (1910), uno de los mayores logros para la consolidación institucional de las Ciencias Naturales en España. La creación de laboratorios bien dotados, el reemplazo de colecciones por grupos biológicos del más alto valor científico, artístico y cultural y las publicaciones de la “Comisión de Investigaciones Prehistóricas y Paleontológicas”, los Trabajos del Museo, el Genera Mammalium, los tomos de la Flora y Fauna ibéricas y la Revista de Entomología Eos, marcan la esplendorosa etapa “bolivariana” del Museo, que se extiende durante 35 años (1901-1936). Desde el siglo anterior, Ignacio Bolívar venía siendo internacionalmente conocido por sus estudios sobre ortópteros y había sido Vicesecretario de la recién fundada Sociedad Española de Historia Natural y fundador de sus Anales.
Tras el traslado de su residencia al Olivar de Chamartín, Bolívar asumió, en los años 20, la dirección del Real Jardín Botánico, donde una de sus creaciones más notables fue la de la “Sección de Flora Tropical”, y, a la muerte de Ramón y Cajal, fue elegido Presidente de la Junta para Ampliación de Estudios. La Guerra Civil, que paralizó la publicación de la célebre colección de láminas de Mutis, envió a Ignacio Bolívar al exilio. En Méjico fue incorporado a la “Casa de España”, luego Colegio de Méjico, y allí fundó y dirigió Ciencia. Revista hispano-americana de Ciencias puras y aplicadas. Murió en 1944.
Su hijo, Cándido Bolívar Pieltain, también entomólogo, inició una brillante carrera científica como catedrático de Zoografía de Articulados en la Facultad de Ciencias de Madrid y participó con su padre en las expediciones científicas a Sudamérica, antes de ser Secretario de la Presidencia con Azaña. Exiliado en Méjico, fue Presidente de la Sociedad Mexicana de Historia Natural, Director del “Laboratorio de Entomología general y médica” de la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas del Instituto Politécnico Nacional y consejero científico en el “Instituto Internacional de la Hilea Amazónica”. En la revista Ciencia fue, desde su creación, uno de sus más activos redactores y, tras la muerte de Blas Cabrera, director de ella. Además de sus estudios entomológicos puros y aplicados a la Medicina, recorrió casi la totalidad del territorio nacional en sus excursiones para recolectar insectos y realizó exploraciones biológicas en la caverna de Cacahuamilpa, en Guerrero (Méjico) y de varias otras en Cuba.

VI. OTROS RESIDENTES DEL “OLIVAR DE CHAMARTÍN”: DÁMASO ALONSO
Dámaso Alonso, filólogo del Centro de Estudios Históricos y, a la vez, poeta, se hallaba vinculado, de una parte a la “Generación del 27”, cultivadora de la “nueva poesía” (Poemas puros, Poemillas de la ciudad) y, de otra, a la tradición de crítica histórico-literaria de Menéndez Pidal y sus discípulos inmediatos. A él se debe, en esta época, junto con Alfonso Reyes, la entusiasta revalorización de Góngora, mediante su edición de las Soledades y el estudio de La lengua poética de Góngora.

VII. EL OLIVAR Y SUS CONTENIDOS CULTURALES SOBREVIVEN A LA GUERRA CIVIL
La Guerra Civil trajo consigo el desmantelamiento de las instituciones y el abrupto fin de los proyectos científicos de los primeros tres decenios del siglo XX, así como la dispersión del grupo de intelectuales del Olivar de Chamartín. Los Bolívar y Castillejo murieron en el exilio y los Menéndez Pidal y Catalán quedaron apartados de los centros de trabajo y docencia. No obstante, el Olivar de Chamartín, con el acervo cultural que sus casas guardaban, se salvó. Menéndez Pidal depositó su Archivo del Romancero y sus ficheros de Historia de la Lengua en la Embajada de México y, al ser trasladada ésta a Valencia, el Gobierno de la República consideró los materiales parte del Tesoro Nacional, poniéndolos a salvo, junto con los mejores cuadros del Museo del Prado, en Valencia, Barcelona y, finalmente, Ginebra (desde donde regresarían a España al finalizar la contienda).
Algunos de los cajones en que los transportaban quedaron descolgados en el castillo de Peralada, en el Pirineo, y allí los halló Miguel Catalán con la ayuda del Servicio de Defensa y Recuperación del Patrimonio Nacional del Gobierno de Burgos. Las Cancillerías de Cuba, México y Estados Unidos colaboraron en el seguimiento de la suerte de los materiales de Menéndez Pidal. La Biblioteca de Menéndez Pidal quedó en la casa, protegida por la Universidad de Oxford.
La casa y documentación de Castillejo estuvo salvaguardada por la presencia en ella de su cuñado Juan López Suárez, notable mecenas cultural de Galicia. El respeto de los habitantes de la barriada de “Las Cuarenta Fanegas” a la personalidad de los intelectuales del “Olivar” permitió que utilizaran las casas como refugios sin daño alguno para lo en ellas contenido.
Después de la Guerra Civil, en los años 40, Menéndez Pidal, recluido en el Olivar de Chamartín, continuó escribiendo su Historia de la lengua española iniciada en Nueva York y París y, abandonándola sin concluir, la Historia de la épica española, que dejó asimismo interrumpida para escribir Los españoles en la Historia. Cimas y depresiones en la curva de su vida política (1947). Al mismo tiempo, se propuso editar su colección de romances, para la que escribió y publicó una introducción teórica: Romancero Hispánico Hispano-portugués, Americano y Sefardí (1953). Luego, al reformar su Historia de la épica, dando más peso a la discusión teórica, se dedicó a la escritura de La chanson de Roland y el neotradicionalismo (orígenes de la épica románica) que publicó, con noventa años, en 1959. Y aún en el año 1963 sacó a la luz su polémico libro El Padre Las Casas. Su doble personalidad.
Su hija Jimena Menéndez-Pidal, ante la supresión de las experiencias pedagógicas, privada y pública, de la “Institución Libre de Enseñanza” y del “Instituto Escuela”, se atrevió a fundar, en 1940, un pequeño colegio privado con coeducación, el Colegio Estudio, fiel a la tradición pedagógica de aquellos centros, pero adaptada a circunstancias muy distintas. El pequeño colegio tendría una larga vida, mayor que la de los dos experimentos predecesores, y un fuerte impacto en las clases medias profesionales aún hoy perceptible.
David Castillejo, el hijo de José Castillejo, regresó a España, a la casa familiar del Olivar y allí dispuso para la imprenta el epistolario de su padre, esencial para la reconstrucción de la actividad de los primeros artífices del profundo cambio cultural ocurrido en España a lo largo del primer tercio del siglo XX.
Dámaso Alonso fue el único de los filólogos de la escuela de Menéndez Pidal que, tras la supresión de la “Junta para Ampliación de Estudios”, se integró en el organismo sustituto de la postguerra, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, en el cual procuró mantener activa la Revista de Filología Española. También continuó su doble actividad, como poeta (ahora “existencial”: Oscura noticia e Hijos de la ira) y como crítico (Ensayos sobre poesía española; Poesía española: ensayo de métodos y límites estilísticos) sin por ello abandonar el cultivo de la Filología en sus dos caras de estudio, de la literatura y de la lengua. Su personalidad y su carácter de heredero de las inquietudes culturales de la preguerra hicieron su casa del Olivar de Chamartín centro de peregrinación de miembros de las generaciones españolas subsiguientes y de hispanistas europeos y americanos. Desde 1968 a 1982 fue Director de la Real Academia Española.

VIII. LOS CONTINUADORES
Una nueva generación de discípulos y continuadores de la obra de Menéndez Pidal se forjó en la Cuesta del Zarzal 23, en los difíciles años 40, y su actividad dio frutos relevantes en el siguiente quinquenio: el portugués Luis Felipe Lindley Cintra preparó allí su renovador estudio sobre la historiografía medieval hispano-portuguesa: Crónica geral de Espanha de 1344 (1951); Diego Catalán Menéndez-Pidal y Álvaro Galmés de Fuentes reemprendieron la recolección de romances para el Archivo del Romancero Menéndez Pidal/Goyri, así como los estudios en ese campo.
En 1954, el Ministerio de Educación Nacional creó, en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Madrid, el Seminario Menéndez Pidal para garantizar de una manera estable la continuidad de los trabajos y métodos de Ramón Menéndez Pidal y la utilización de sus materiales. Aunque la financiación del organismo fue puntual e irregular y careció de personal fijo, pudieron publicarse los primeros volúmenes del Romancero tradicional y renovadores estudios sobre historiografía medieval, gracias a que la familia Menéndez Pidal abrió su casa, archivos y biblioteca a los investigadores. Después de la muerte de Menéndez Pidal (1968), quien dejó encomendados testamentariamente (1966) sus Archivos y obras inéditas a su nieto Diego Catalán, Jimena Menéndez-Pidal siguió poniendo su casa y el acervo cultural en ella existente a disposición de cuantos investigadores acudían a ella.
En los años 1973-1988, Diego Catalán obtuvo el apoyo continuado del National Endowment for the Humanities (y de otros organismos) a un proyecto internacional de investigación sobre el Romancero Pan-hispánico, dentro del cual se llegarían a publicar 33 volúmenes y se compiló el Archivo Sonoro del Romancero, el más extenso en el mundo. Simultáneamente, Diego Catalán, después de haber complementado la obra de Cintra con De Alfonso X al Conde de Barcelos, transformando el panorama de los estudios sobre Historiografía medieval, creó la serie Fuentes Cronísticas de la Historia de España, en la que se llevan publicados 9 volúmenes.

IX. LA ESPECULACIÓN URBANÍSTICA DETENIDA: ¿EL OLIVAR DE CHAMARTÍN A SALVO?
En 1974, el Olivar de Chamartín se hallaba ya “within the spreading urban jumble of Madrid’s Chamartin section”, según observaba el International Herald Tribune en un reportaje sobre el proyecto internacional del Romancero, y la amenaza de su destrucción por la especulación del suelo se hacía sentir.
El extremo sur había perecido con la desaparición de las fincas de Bolívar y Lozano; y, en las calles de Alberto Alcocer, Padre Damián y Henri Dunant, que, junto a la Cuesta del Zarzal (convertida en calle Menéndez Pidal), lo rodeaban, Urbanismo fue permitiendo construir altos edificios, a cambio de que el resto del olivar de Castillejo conservara su ser. Ante la inminente amenaza de la destrucción de la Casa Menéndez Pidal, Jimena Menéndez-Pidal hizo cuanto pudo por conseguir la institucionalización del Archivo-Biblioteca. Por ello nació la Fundación Ramón Menéndez Pidal (1983) y, el 11 de noviembre de 1985, la reina Sofía inauguró la nueva sede de la Fundación Ramón Menéndez Pidal, descubriendo la placa en la que se hace constar: “Aquí vivió y trabajó hasta su muerte don Ramón Menéndez Pidal, quien con su obra contribuyó a dar a España conciencia de su historia. La Fundación Ramón Areces, al salvaguardar este ámbito de cultura, ha permitido continuar la labor de aquel español ejemplar. 1985”.
En la otra sección del Olivar de Chamartín se creó la Fundación Olivar de Castillejo, cuyo fin primero y principal es “La conservación del olivar sito en la antigua Cuesta del Zarzal (hoy calle Menéndez Pidal) y la edificación allí existente, con la intención de mantener en su integridad el último residuo de la zona olivarera del viejo pueblo de Chamartín de la Rosa y preservar en esta zona de Madrid un permanente ejemplo de un estilo de vida ciudadana libre de hacinamiento, poniéndolo al servicio del interés general”.
En los años 1985-1998, la Fundación Ramón Menéndez Pidal, dirigida por Rafael Lapesa, acogió en la Casa Menéndez Pidal al Seminario Menéndez Pidal, dirigido por Diego Catalán, y ambos organismos, privado y público, con el mecenazgo de la Fundación Ramón Areces, continuaron el proyecto investigador/educativo iniciado en 1973. Los campos en que, en la “Casa Menéndez Pidal”, se produjeron más publicaciones y de mayor relieve siguieron siendo el Romancero y la Historiografía medieval, pues la “Fundación Ramón Menéndez Pidal” vino a continuar las series iniciadas con el patrocinio de “National Endowment”.
Álvaro Galmés, recogiendo el interés de Menéndez Pidal por el envés islámico de la historia medieval y postmedieval hispánica, se especializó en las influencias recíprocas entre la Romania e Hispania cristiana y la civilización árabo-islámica (de ahí, entre otros estudios, su síntesis La épica románica y la tradición árabe, 2002) y promovió la publicación y estudio sistemático de la literatura aljamiado-morisca (colección “CLEAM”).
Aunque en 1998 el “Instituto Universitario Seminario Menéndez Pidal”, al cesar Diego Catalán en su dirección, trasladó su sede al Campus de la Ciudad Universitaria, la cooperación científica entre el organismo privado y el público siguió dando frutos en publicaciones pendientes. Últimamente la Fundación Ramón Menéndez Pidal, bajo la dirección de Diego Catalán, se ha concentrado en la publicación de algunas colectáneas: Islam y Cristiandad. España entre dos culturas (de R. Menéndez Pidal), 2001; El Cid en la Historia y sus inventores (de D. Catalán), 2002; La literatura española aljamiado-morisca (de A. Galmés), 2004 y, sobre todo, en la conclusión y publicación de grandes obras de nueva planta: D. Catalán, De la silva textual al taller históriográfico alfonsí(1997); La épica española. Nueva documentación y nueva evaluación (2001); El Archivo del romancero: Patrimonio de la Humanidad. Historia documentada de un siglo de Historia. Vols. I y II (2001); "Rodericus" romanzado, en los reinos de Aragón, Castilla y Navarra (2005) y R. Menéndez Pidal, Historia de la lengua española, vols. I y II (2005), de inmediata presentación, que apadrina la Real Academia Española. De otra parte, se ha grabado en cd-rom el Archivo Sonoro del Romancero Débora Catalán para su futura difusión por Internet.
El prestigio de la “Fundación Menéndez Pidal” ha atraído una valiosa donación bibliográfica (2004) que viene a reforzar sus lazos con el pasado: la Biblioteca Literaria Sainz (formada por el catedrático de Derecho financiero Fernando Sainz de Bujanda), con más de 4.000 volúmenes, cuidadosamente encuadernados, cuyo núcleo fundamental lo constituyen ediciones primeras y raras de los escritores de la llamada Edad de plata.
La Fundación Olivar de Castillejo siguió un camino diverso. En los 20.000 metros cuadrados que, rodeados de altos edificios, subsistieron del centenario Olivar del Balcón, la Fundación mantuvo el paisaje natural de una plantación “manchega” de olivos y vides, enriquecida con un estrato arbustivo guadarrameño ajustado a la concepción sobria y sencilla de Giner de los Ríos, “descubridor” de la belleza del Guadarrama y de Castilla, que los institucionistas difundieron. Aprovechando ese espacio natural, organizó, hasta mediados de los años 90, exposiciones y presentaciones de libros, conciertos de música y danza al aire libre, encuentros, lecturas y ensayos de teatro contemporáneo. Últimamente, David Castillejo se ha esforzado en presentar a los nuevos actores teatrales, mediante lecturas, el conjunto de la obra dramática de Lope, Tirso y Calderón y ha publicado una Guía de ochocientas comedias del Siglo de Oro (2002) y La formación del actor en el teatro clásico (2004). Actualmente trabaja en reunir la obra de cuarenta dramaturgos del siglo XVII injustamente olvidados.


X. VALOR PAISAJÍSTICO Y CULTURAL DE UN ESPACIO HISTÓRICO: EL “OLIVAR DE CHAMARTÍN”
-El Olivar de Chamartín remonta a tiempos anteriores al año 1808, en que acampó en él el ejército napoleónico.
-Conserva hoy, en el corazón de Madrid, un olivar centenario único (con más de 100 olivos).
-Conserva asimismo el madroño (símbolo de la Villa de Madrid) más espectacular de toda la ciudad.
-Los jardines en él constituidos, con vegetación traída de la Sierra de Guadarrama, responden al ideario de la Institución Libre de Enseñanza, propio de los intelectuales que, en el primer tercio del siglo XX, transformaron ese espacio campestre en centro cultural.
-La Casa Menéndez Pidal es un edificio histórico por el tiempo de su construcción (1923-1925) y el arquitecto que la diseñó: Luis Menéndez Pidal Álvarez y, asimismo, por haber sido la residencia y lugar de producción científica de dos investigadores eminentes: Ramón Menéndez Pidal y Miguel Catalán. Su interior conserva el sobrio y noble mobiliario original y cuadros de Luis Menéndez Pidal (hermano de Ramón). Además, fue la casa de dos mujeres relevantes: María Goyri y Jimena Menéndez-Pidal.
-Las casas de Castillejo, en estilo inglés de principios del siglo XX, conservan igualmente en su exterior e interior, la huella del espíritu de los patriarcas institucionistas.
-La Casa Menendez Pidal alberga la Biblioteca del maestro, enriquecida con donaciones de Rafael Lapesa, Diego Catalán y la Biblioteca Literaria Sainz, formada por Sainz de Bujanda (propiedad de la Fundación Ramón Menéndez Pidal) y Archivos científicos e históricos de incalculable valor (propiedad de Diego Catalán), entre los que se destacan el Archivo del Romancero Pan-hispánico Menéndez Pidal/Goyri, el Archivo Sonoro del Romancero Débora Catalán, el Archivo de la Lengua Española y Lenguas Circunvecinas, el Archivo de Historia Medieval Ibérica y el Archivo de Historia Cultural, fines del siglo XIX- siglo XX.
-Las casas de Castillejo albergan el epistolario de José Castillejo y una gran colección de textos clásicos (de especial interés para el estudio de la comedia del Siglo de Oro), formada por David Castillejo.
-La Casa Menéndez Pidal ha sido y continúa siendo un centro de investigación de prestigio internacional (al que acceden investigadores de todo el mundo) y de publicaciones filológicas e históricas de gran solidez.
-El Olivar de Castillejo ha celebrado entre sus imponentes olivos centenarios muy diversos actos culturales puntuales y pretende familiarizar a los actores con el teatro clásico.

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