SOBRE HISTORIOGRAFÍA CATALANA Y DE LA CORONA DE ARAGÓN. EL CASO DE LA MAL LLAMADA CRÓNICA DE SAN JUAN DE LA PEÑA
--- Uno de los más novedosos capítulos de la obra de Diego Catalán “Rodericus” romanzado en los reinos de Aragón, Castilla y Navarra (*) es su capítulo IV: “Las varias versiones de la Crònica real de Pedro IV [ III, para Cataluña] y la historiografía de la Corona aragonesa anterior a ella”. Sus conclusiones, asentadas sobre un estudio sistemático de los manuscritos en relación con las fuentes, y en un examen, a la luz de ese estudio, de la documentación archivística conexionada con la actividad historiográfica, suponen una transformación radical de la imagen tradicional acerca de la creación y evolución de esa Crònica rèal, mal llamada Crónica pinatense o de San Juan de la Peña.
----Al haber establecido con criterios científicos (y no de forma intuitiva) el árbol textual básico de la tradición manuscrita de la Crònica real de la Corona de Aragó, compilada por Pedro el Ceremonioso o “del Punyalet”, Catalán ha dado un vuelco total a cuanto se venía diciendo, por unos y por otros, respecto a las supuestas versiones latina, aragonesa y catalana, pues la tradición manuscrita no se organiza en torno a las lenguas, sino en torno a redacciones sucesivas, y el orden de elaboración de las tres versiones que hay que considerar es el inverso al comúnmente supuesto.
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---- A continuación, recogemos el sumario de esas conclusiones:
1. La descendencia manuscrita de la Crònica real de Pedro IV de Aragón (obra tradicionalmente denominada Crónica pinatense o de San Juan de la Peña) es, desde antiguo, muy amplia y tiene la peculiaridad de ser trilingüe: en catalán, aragonés y latín. Este hecho y la perniciosa contaminación de la crítica textual por pasiones “nacionalistas” de diversa índole (castellanistas, catalanistas, aragonesistas) han impedido ver, durante siglos de erudición, el muy obvio escalonamiento temporal de las varias “versiones”, parcialmente diferentes, en que se distribuye la tradición manuscrita de la crónica.
2. Por más que la tradición textual de la Crònica real nos haga distinguir tres “versiones” sucesivas, todas ellas remontan a un prototipo común, prototipo en que la historia se llevaba hasta rematar el reinado de Alfonso IV el Benigno (padre y antecesor de Pedro IV el Ceremonioso) con la noticia del traslado de su cuerpo al monasterio de los frailes menores de la ciudad de Lérida; un hecho que se cumplió el 17 de abril de 1369.
3. La confrontación de las tres “versiones” con las fuentes no deja lugar a duda acerca del orden relativo en que fueron componiéndose. En todos y cada uno de los trechos en que cabe dividir la Crònica real, la versión más fiel a la redacción original o “Iª versión” es la “versió breu”, en catalán, que conservan exclusivamente los mss. 2664 [ R ] de la Bibl. de la Universidad de Salamanca (antes en Palacio Real, Madrid), 212 [ S ] de la Bibl. Universitària de Valencia y 2013 [C ] de la Bibl. de Catalunya (olim Bibl. de Matheo de Suman en Zaragoza; desde 1791 a 1835, en el Monasterio de San Juan de la Peña).
4. Esa “Iª versión” fue concebida por Pedro el Ceremonioso como una reelaboración de los Gesta Comitum Barcinonensium rivipullenses en su Refundició de 1303-1314, donde el texto había ya sido reorganizado en forma de historia de los condes de Barcelona y reyes de Aragón recurriendo muy en especial a la Historia Gothica del arzobispo don Rodrigo Ximénez de Rada. Sin duda, el rey obtuvo para ello del abad del monasterio benedictino de Santa María de Ripoll, fray Raimundo Sabarés, un traslado de los Gesta refundidos. Ese traslado tenía algunas lagunas textuales que afectaron a toda la tradición manuscrita de la Crònica real. Aunque alguna de ellas parece haberla compartido la traducción catalana de los Gesta refundidos llegada a nosotros, la Crònica real no deriva de esa traducción, sino del original latino.
5. Por más que el 10 de noviembre de 1366 el rey se preciara de haber compilado un libro acerca “dels reys d’Arago e dels comtes de Barchinona” más completo y mejor ordenado que los Gesta refundidos de Ripoll, la “Iª versión” de su Crònica real tuvo presentes muy pocas fuentes adicionales.
----La principal fue, una vez más, la Historia Gothica del Arzobispo Toledano: A ella acudió para redactar los capítulos introductorios sobre España desde que vino Túbal a poblar en ella hasta el fin de los godos, así como para dar noticia de los reyes de Pamplona sucesores de Íñigo Arista hasta que Sancho el Mayor hizo a su hijo bastardo rey de Aragón. Aunque sólo le proporcionó algunos pasajes, también tuvo en cuenta ocasionalmente la Historia Gothica en el reinado de Pedro II.
----Otras fuentes, de carácter más puntual, tienen origen aragonés y debieron de proporcionarlas los monasterios de San Juan de la Peña y de San Victorián. Tal es el caso del Liber regum manejado y de la Memoria de la fundación de Abetito, junto con otros documentos de origen pinatense sobre los tiempos más antiguos de aquel condado pirenaico. Otra documentación proporcionada por el monasterio de San Juan de la Peña abarca, desde unos importantísimos anales (sobre los tiempos de Sancho Ramírez, Pedro I y Alfonso I) y el texto de la concordia de Vadoluengo, hasta un privilegio de Urbano I.
6. La correspondencia oficial de Pedro el Ceremonioso nos muestra que el 12 y el 18 de febrero de 1367 el rey se preocupaba de que se cumpliera el envío al abad de Ripoll de un códice de su Crònica real junto con la carta, del 10 de noviembre de 1366, en que, anunciándole el envío, le explicaba su deseo de “que’l dit libre estigue en tal loch que memoria sia hauda d’aqui avants dels fets damun dits, e continuan de Nos e dels altres reys qui apres Nos seran d’Arago e de Sicilia”, y tomaba decisiones acerca de cómo sufragar la copia y encuadernación encargadas. Asimismo, el 18 de noviembre de 1368 ordenaba el pago a su archivero de los gastos que éste había adelantado personalmente para hacer escribir y encuadernar otra copia en pergamino de la Crònica real con destino al archivo de Palacio en Barcelona.
----No obstante, el códice de la Crònica real, escrito a mediados del s. XIV con lujo“regio”, que, según podemos confirmar, estaba en el Monasterio de Ripoll en el s. XIV, es el que hoy puede verse en Salamanca [R] y contiene, como toda la tradición manuscrita de la obra, la noticia del traslado de los restos de Alfonso el Benigno el 17 de abril de 1369. Pese a los deseos, órdenes y provisiones de Pedro IV, el realizador de la lujosa copia destinada al Monasterio de Ripoll sólo debió de entregarla al archivero regio Ferrer de Magarola después de esa fecha. Quizá el retrasarse en la entrega era su única forma de que la hacienda regia le pagara su trabajo con cargo a “la administració de Sardenya”, como pretendía el rey.
7. Si el redactor de la “Iª versión” de la Crònica real afirma del rey Íñigo Arista que, cuando murió, “fo soterrat en Sent Victoria, prop d’Ainsa”, ello no se debe a que se hubiera previamente cumplido la orden de Pedro IV, dada el 4 de mayo de 1372, de trasladar el cuerpo “dentro de la esglesia del monasterio de Sant Victorian”, desde otro espacio en “el lugar d’Araguast” en que yacía, para darle más honrada sepultura y ornamentarla con el “panyo d’Oro de Luca” rica y noblemente obrado que el propio rey envió para ello. Consignó el dato porque en el viejo necrologio o Pretiosa del monasterio de San Victorián se hacía constar que Íñigo Arista murió “in oppido de Araguast” y que su cuerpo “jacet in hoc monasterio”.
8. La satisfacción y orgullo con que, en los años 60, Pedro IV difundía el “libre que Nos havem fet e tret de diverses croniques e istories entigues” referente a sus antecesores los reyes de Aragón y condes de Barcelona, no impidió que, pronto, aquella versión de la Crònica real fuera considerada mejorable. Tomando como base la “Iª versión”, de la que sólo nos consta existencia en lengua catalana, se acometió la redacción de una “IIª versión”, en que se incorporaron al texto original muchos datos nuevos, extraídos de fuentes desconocidas del primer redactor. De esta versión enriquecida de la Crònica real tenemos, como luego se detalla, textos en catalán [ms. G] y en aragonés [ms. N].
9. Las dos fuentes nuevas más importantes con que contó el refundidor son conocidas (aunque una de ellas, por desgracia, de forma incompleta). Se trata de la Estoria de los godos de 1252/53 y de la Crónica de España de 1305, ambas aragonesas. El cronista de la “IIª versión” de la Crònica real las utilizó de formas varias: unas veces reprodujo su texto casi a la letra; otras lo reescribió para hacerlo más claro; otras lo parafraseó y glosó, y otras lo amplió retóricamente y lo interpoló, añadiendo personajes secundarios a fin de glorificar a los linajes nobiliarios aragoneses.
----El conocimiento de esas dos fuentes en manuscritos independientes permite identificar en la “IIª versión” los pasajes basados en ellas y deja claramente al descubierto la labor del refundidor de la Crònica real, dado que el redactor de la “Iª versión” las desconocía.
10. Las huellas de la Estoria de los godos en la “IIª versión” son patentes en las historias de Ramiro II, Alfonso II y Jaime I. El refundidor consideró esta versión romance como obra tan auténticamente debida al Arzobispo Toledano como el texto latino, por lo que citó sus interpolaciones como parte del testimonio de don Rodrigo.
11. La Crónica de 1305, tanto en sus capítulos de historia de Aragón como en los de historia de Castilla-León, sirvió al redactor de la “IIª versión” para componer una historia de los reyes aragoneses ante unionem muy diferente de la de la“Iª versión”.
----Como de la Crónica de 1305 no se nos ha conservado la historia de los reyes de Aragón de la casa de Barcelona y en ella el reinado de Ramiro II está incompleto, es posible pensar que algunas de las huellas de la Estoria de los godos de 1252/53 en la “IIª versión” de la Crònica real, señaladas en el punto anterior, hayan tenido como canal de transmisión esa parte perdida de la Crónica de 1305 (ya que esta crónica tuvo como fuente a la Estoria de los godos); pero tal hecho está por demostrar.
12. En su labor de enriquecer la historia en su vertiente aragonesa, el refundidor no sólo recurrió ampliamente a esas crónicas citadas, sino también, nuevamente, al texto latino de la Historia Gothica y a la autoridad del arzobispo don Rodrigo, citándole expresamente.
13. Además, incorporó un amplio conjunto de fuentes nuevas de índole documental, existentes o fabricadas (pues muchas de ellas son de muy dudosa autenticidad) en los monasterios y catedrales de tierras de Aragón y Lérida. Concretamente, una exposición relacionada con el privilegio de Urbano II (citado en el punto 5) acerca de los derechos de los nobles sobre las iglesias y monasterios por ellos fundados, que da pie a interpolaciones en las historias de Pedro I y Pedro II ; el relato pinatense sobre el pacto de Vadoluengo, los límites
de Navarra y Aragón y la ruptura del pacto; otro relato, procedente del monasterio de Leire, sobre la huida de Ramiro II desde Pamplona a ese monasterio, con la prisión de Caxal en Obanos y su rescate por el abad de Leire; un diploma de la catedral de Lérida con la descripción de la carrera eclesiástica de Ramiro II; una narración de la leyenda de “La campana de Huesca”, y una crónica favorable a la Cruzada contra Tolosa, utilizada al referir la batalla de Muret.
---- Incluyó, asimismo, algunas noticias sueltas, quizá recibidas por tradición oral: referentes a las heredades de Gastón de Bearne en Zaragoza; a que el rey-monje impusiera en San Pedro de Huesca a sus capellanes como beneficiados, y cuántos y cuáles fueron los hijos, legítimos e ilegítimos, engendrados por Jaime I en otras mujeres que la reina doña Violante.
14. Como resultado de toda esta labor refundidora, en esta “IIª versión”, la Crònica real pasó a ser más “real” y no tan dominantemente “condal” como era en la “Iª versión”.
15. La “IIª versión” de la Crònica real se nos conserva en lengua catalana (ms. 1811 de la Bibl. Nacional, Madrid [G]) y en lengua aragonesa (ms. N-I-13 de la Bibl. de El Escorial [N]). Al colacionar estos manuscritos con los catalanes de la “Iª versión” y tener en cuenta la fuente de los distintos pasajes, resulta patente el collage realizado por el refundidor, pues cualquiera puede observar la artificiosidad de los empalmes entre lo nuevamente añadido y lo heredado de la redacción original. Ya lo vio así la erudición del s. XVIII, antes de que, en los siglos XIX y XX, filólogos, críticos literarios e historiadores se dejaran cegar por argumentos y prejuicios fundamentados en pasiones de un presente anacrónicamente proyectado sobre la Edad Media (extendiendo a la sociedad de entonces pensamientos ajenos a ella)
16. La “IIIª versión” nos es conocida en aragonés (ms. L-II-13 de la Bibl. de El Escorial [ E ], mutilado, junto con su copia, completa, ms. 2078 de la Bibl. Nacional, Madrid [ H ]) y en latín (ms. 198 de la Bibl. Capitular de Valencia [ V ] y lat. 1684 nouv. acq. de la Bibl. Nationale de Paris [ J ], olim Bibl. monacal de San Juan de la Peña). En general, reproduce el texto de la “IIª versión”, cuya refundición hereda..
----Su principal novedad consiste en rehacer, en los diversos lugares donde se hacía mención del tema, el relato que había creado el refundidor de la “IIª versión” (aprovechando lo dicho por la Estoria de los godos de 1252/53) acerca de cómo se inició (a partir del reinado de Petronila, la hija del rey-monje), y cómo se concluyó (cuando Alfonso II hizo a los moros levantar el cerco de Cuenca) el vasallaje debido a Castilla por los reyes de Aragón. La reforma de la “IIIª versión” tiene como propósito dejar entender que el rey feudatario fue el castellano, como “tenente” del reino zaragozano según concesión del rey-monje Ramiro II al Emperador (hecha exclusivamente mientras durara la vida de éste, pero que los sucesores de Alfonso VII extendieron abusivamente hasta que Alfonso VIII de Castilla renunció al feudo). El relato reformado es un anacronismo flagrante, nacido de la tergiversación de un texto que, en la “IIª versión”procedía claramente de la Estoria de los godos y, en ésta, de una glosa de lo dicho por don Rodrigo sobre el fin del vasallaje como pago de la ayuda prestada por Alfonso II a su tío Alfonso VIII en Cuenca. Esta creación historiográfica se halla íntimamente relacionada con la llamada “Primera renuncia” del rey Ramiro al reino en favor del Conde de Barcelona (documento obviamente falso).
17. Pedro el Ceremonioso envió al abad de Poblet el 24 de mayo y el 18 de junio de 1359 sendos libros en pergamino, escritos en latín, para que pudieran ser consultados en la biblioteca del monasterio: el primero una “Historia Gothorum”, el segundo unas Crónicas de los Reyes de Aragón hasta el tiempo en que él comenzó a reinar. Esta última obra no es identificable con los textos latinos de la “IIIª versión”de la Crònica real, los cuales, según hemos visto, reflejan una segunda reelaboración de un primitivo texto que ya de por sí era posterior al 17 de abril de 1369. Las “Croniques dels Reys d’Arago (...) scrites en lati”, careciendo a lo que parece de la historia condal, posiblemente fueran una contribución pinatense al inicial esfuerzo regio por reunir “fuentes” que ayudaran al conocimiento y divulgación de la historia del pasado hispano.
18. El manuscrito latino de la Crònica real de la Catedral de Valencia sí es, muy probablemente, el que ya el 15 de julio de 1372 se hallaba en ella como regalo de Pedro IV; y es de creer que este códice de la “IIIª versión” fuera copia la traducción de la crónica que “de vulgare in latinum” realizó el capellán Guillem Nicolau, cuya labor sólo fue tasada algún tiempo después (con anterioridad al 22 de noviembre de 1375 y que no había aún conseguido cobrar seis años más tarde).
19. Este segundo refundidor, a quien se debe la “IIIª version”, modificó también, con noticias de fuente desconocida, la historia de la prisión de Cajal, que ahora se sitúa cerca de Puente la Reina.
20. El retocador de la “IIª versión” que vino a crear la IIIª alcanzó a conocer un relato navarro fidedigno acerca de cómo García Ramírez logró afianzarse en Pamplona.
21. Frente a lo que pudiera creerse, la promesa hecha el 10 de febrero de 1372 por Pedro IV al Castellán d’Amposta don Juan Fernández de Heredia de hacer traducir al aragonés su Crònica real no es el origen de los textos aragoneses conservados, ya que Heredia, en su producción historiográfica posterior, tuvo presente la “Iª versión” de la Crònica real y no la “IIª versión” ni la “IIIª versión”, a las quepertenecen los textos en aragonés llegados hasta nosotros.
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---- El despliegue de esta argumentación ocupa las páginas 151 a 277 de la obra cvitada de Diego Catalán. Va precedida de sendos estudios independientes de la Estoria de los godos de 1252/53 (págs. 22 a 109) y de la Crónica de 1305 (págs.111 a 149), asimismo llenos de novedades.
---- En relación con estas conclusiones, Catalán llama la atención acerca de dos principios que deben tenerse presentes por los estudiosos de textos historiográficos.
a) Compilaciones como la Crònica real de Pedro el Ceremonioso (o Crónica pinatenes) no pueden servir para la reconstrucción de “hechos” sin previamente distinguir en el relato las sucesivas etapas creativas que, estudiando de cerca la tradición manuscrita, podemos y debemos diferenciar.
b) Asimismo, antes de emitir juicios acerca de la intencionalidad de “el autor” de una obra, hay que determinar bien lo que un determinado texto hereda de la tradición textual en que se inscribe, y separarlo de lo que añade o innova (sin olvidar, por otra parte, lo que omite o tergiversa, que también puede ser significativo). El ejemplo de la Crònica real es bien ilustrativo del peligro que entraña el evaluar ideológicamente un texto antes de comprender su génesis.
Autor: Catalán Menéndez Pidal, Diego.
Título: “Rodericus” Romanzado en los reinos de Aragón, Castilla y Navarra.
Editorial: Madrid: Fundación Ramón Menéndez Pidal, 2005
Descripción física: 806 p. ; 28 cms.
Colección: Fuentes cronísticas de la historia de España, X
ISBN 84-89934-14-2
Imagen:
2 comentarios
Amios del Olivar de Chamartín -
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Saludos cordiales
Alberto Montaner -